Habilitar la conversación en el aula

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Habilitar la conversación en el aula

Aulas que invitan a quedarse

 

¿Conversar en el aula? Imposible. Si lo que se pide a los alumnos es que permanezcan callados y en lo posible quietos en sus asientos. Los docentes hacen grandes esfuerzos “para que los chicos se callen” o se quejan “estos chicos no saben escuchar”.

¿Será que no se escuchan ó que están deseosos de interactuar con sus pares en un mundo que promueve poco los contactos cara a cara?. Los alumnos han cambiado. Los chicos que llegan a nuestras aulas son inquietos, curiosos, con intereses e información a veces lejana al mundo que los adultos les presentamos en el colegio.

También son chicos con poca práctica en el arte de la conversación. Chicos que pasan muchas horas en la escuela, donde se les pide que se callen y que en su casa no siempre encuentran en sus padres la disposición para la conversación. En un mundo apurado, la conversación está en peligro de extinción y con ella una posibilidad única de conectarse con el otro.

La profesora española María Acaso, referente de la educación disruptiva, se pregunta en su libro Reduvolution: “¿por qué los adolescentes de hoy en día prefieren mil veces reunirse con sus amigos que ir a la escuela?. La respuesta no es sencilla, pero podemos empezar a analizar cuáles son los factores que se desarrollan en las reuniones informales para reproducir en el espacio pedagógico las dinámicas que nos interesen de ese paradigma. Y creo que lo acertado es preguntarnos qué tiene una reunión que no tiene una clase…”

La autora nos propone el ejercicio de visualizar el espacio de una cafetería, un bar, una reunión como un nuevo paradigma para pensar el espacio y la dinámica de la clase.   ¿Qué pasa en una cafetería? : Las personas entran y salen con libertad, hay ruido, murmullo de múltiples conversaciones que lejos de molestar motivan a participar. El mobiliario facilita la conexión entre los asistentes. Hay bebida y comida que funcionan como conectores del relax y la diversión.

El desafío que se plantea es pasar de la clase a la reunión, utilizando de manera diferente, muchos de los recursos que tenemos (sillas, paredes, aulas, mesas)

Este nuevo paradigma, es coherente con la posibilidad de habilitar la conversación en el aula y que ésta se lleve a cabo de un modo natural y enriquecedor para todos.

Les propongo aquí algunas pistas para empezar el cambio:

  1. Repensar un espacio más acogedor, que invite a la conversación y al intercambio

 

  • Delimitar zonas dentro del aula: utilizar el piso y delimitar zonas con materiales blandos como almohadones, alfombras, planchas de goma eva, colchonetas, esterillas, haciendo que el piso sea una estructura viva que facilite la conversación y el compartir.
  • Probar distintas ubicaciones de mesas y sillas para favorecer la conversación y el encuentro con el otro y según los distintos momentos de la clase: para un debate, para una exposición, para escuchar un cuento, para trabajar en grupos grandes y pequeños.
  • Tener posibilidades de iluminar el aula de diferentes maneras, según las necesidades de los distintos momentos del aprendizaje: para hacer una exposición, para concentrarse, para relajarse.
  1. Repensar el uso del tiempo en el aula, apuntando a una vivencia más flexible del tiempo evitando los apuros y el estrés.
  • Diseñar los horarios escolares, teniendo en cuenta lo que es más apropiado con relación a lo pedagógico y no solamente lo que es más práctico para la institución. En este sentido, pueden ser objeto de reflexión: la duración de los bloques de clase, el tiempo y la organización del recreo, los horarios de las materias especiales, por mencionar algunos temas. El objetivo sería evitar las corridas, los cortes abruptos de actividades y facilitar tiempos de clase con más calma y conexión genuina.
  • Plantear preguntas y temas centrales de nuestra asignatura en la clase evitando atiborrar de información. Es preferible plantear pocas actividades y dedicarles más tiempo y profundidad que muchas actividades que aborden conceptos accesorios y nos hagan quedar con la sensación de que “nunca nos alcanza el tiempo”.

Los invito a seguir pensando la manera de hacer de nuestras aulas espacios más humanos, acogedores, que favorezcan el vínculo entre las personas y por lo tanto el aprendizaje.

 

Lic. Cecilia Marino

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