¿Cómo enseñar a resolver conflictos interpersonales?

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En el maravilloso camino del paso de la niñez a la adolescencia, los amigos y compañeros se convierten en personas muy significativas en nuestras vidas. La convivencia con otros está llena de oportunidades de interactuar y por lo tanto de tener conflictos con los demás. Frente a éstos, los chicos suelen hacer lo que saben o lo que pueden. Algunos prefieren pasarlo por alto aunque para ellos sea un problema importante y por lo tanto se van llenando de bronca contra el amigo hasta que finalmente “explotan” todos esos sentimientos en la situación menos pensada, dejando una herida en la relación. Esto es muy común en los chicos y adultos más tímidos o inseguros, que temen perder el afecto del otro si dicen lo que les pasa o quieren evitar que el otro se enoje. Otros chicos responden ante todos los conflictos como si fueran gravísimos, se enojan de manera desmedida y actúan con agresión, peleando, insultando o pegando, con lo que no sólo no solucionan el problema sino que además pierden amigos. Algunos, recurren enseguida al adulto (padres o maestro) para que les diga que tienen que hacer (¡qué tentación para nosotros!) o para poner en evidencia al amigo o al hermano. Otros, los menos, saben cómo resolver los conflictos interpersonales dialogando, poniéndose en el lugar del otro y haciéndose escuchar con asertividad, buscando acuerdos, negociando soluciones que los acercan y fortalecen la amistad.

Como sabemos, las habilidades sociales son conductas aprendidas principalmente a partir de los modelos que los adultos significativos les ofrecemos a nuestros chicos en el día a día. Lo bueno es que siempre estamos a tiempo de enseñar y proponer nuevos modelos. Los chicos son más felices cuando cuentan con un repertorio simple pero variado de recursos y estrategias para solucionar sus conflictos interpersonales.

Consideramos fundamental el hecho de que se dedique en la escuela un tiempo programado para enseñar sobre estos temas, a través de propuestas como las que presentamos en este artículo y de otras similares, que promuevan la reflexión y el aprendizaje de habilidades sociales y emocionales.

Como ejemplo les dejamos esta actividad cuyo objetivo es ayudar a los chicos a reflexionar acerca de los conflictos que se presentan en su vida social, poder ponderar su importancia o “tamaño” y elegir en función de esto algún camino para resolverlo paulatinamente de manera autónoma.

Actividad recomendada para chicos de 9 a 11 años

Primer momento: Se les presenta a los alumnos la idea de conflicto como algo esperable en las relaciones humanas y se dan ejemplos:

 

Es esperable que entre las personas haya situaciones de conflicto. Entre los chicos y las chicas de tu edad también es muy común que haya problemas

 

Algunos chicos me contaron los conflictos que suelen tener con sus compañeros y amigos. Estos son algunos ejemplos

 

  • No me prestan los útiles cuando pido.
  • Cuando quiero jugar me dicen que ya son muchos, que no puedo.
  • Me empujan en la fila o en las escaleras.
  • Me sacan los útiles sin pedirme permiso y no me los devuelven.
  • Se burlan de mí porque… uso aparatos, soy muy alto/a, me cuesta leer, saco muy buenas notas, por la ropa o las zapatillas que uso, porque me cuestan los deportes, soy flaca/o o gorda/o, porque dicen que hablo”raro”, porque mi acento es de otro país,uso anteojos, corro lento , etc.
  • Cuando me acerco a un grupito me ignoran a propósito.
  • Me desaparecen mis cosas (útiles, libros, carpetas, uniforme, la mochila) y después aparecen rotas.
  • Me critican.
  • Al pasar por mi banco un compañero sin querer tira mi cartuchera.
  • Se ríen de mis preguntas o comentarios en clase.
  • Cuando hablo hacen caras o suspiran de manera despectiva.
  • Me pegan.
  • Me exigen que les dé la plata que llevo o la merienda.
  • Al entrar al aula me pisan sin querer.
  • Me amenazan para que no cuente a mis padres y maestros lo que me está pasando.
  • Dicen mentiras sobre mí y las suben a las redes sociales.
  • Me mandan mensajes de texto con insultos o cargadas.
  • Me exigen que les dé la tarea hecha o que les permita copiarse en las pruebas.
  • Para poder participar de un grupo tengo que regalarles alguna cosa (como mi merienda, o figuritas) o hacerles favores (como la tarea, llevarles la mochila, ordenar sus carpetas, etc)
  • En el recreo nadie quiere jugar conmigo y me dejan afuera a propósito.
  • Organizan programas como ir al cine frente a mí y no me invitan.
  • Me insultan sin motivo

Segundo momento: Se promueve la reflexión sobre sus propios conflictos, aquellos con los que se encuentran en forma cotidiana

 

Seguramente a vos se te ocurren otras situaciones que te sucedieron a vos o a tus amigos.

Hacé una lista de los conflictos que tuviste estos últimos meses con tus compañeros y amigos

Tercer momento: Se promueve la reflexión personal acerca del “tamaño” de los problemas con el objetivo de encontrar la forma más adecuada de solucionarlo

Si leen con atención las dos listas de conflictos van a descubrir que no todos los problemas son igual de importantes o de graves.

 

Podemos decir que los conflictos “son como los pañales”… porque vienen en diferentes tamaños:

pequeño – mediano y grande.

Cuando tenemos un conflicto interpersonal es mejor que nos preguntemos qué tamaño tiene ese problema para nosotros para elegir después la manera más conveniente de solucionarlo.

 

Volvé a leer las listas de conflictos escribí al lado de cada ejemplo:

 

-una P para los conflictos pequeños

– una M para los medianos

– o una G para los grandes

Cuarto paso: Se promueve la comparación de puntos de vista con otros compañeros para ayudar a tomar conciencia que no todos ponderamos los conflictos de la misma manera

Para hacer en parejas o en grupos: comparen lo que anotaron y expliquen por qué para ustedes cada uno de esos conflictos es P, M, o G.

 

Para reflexionar:

Es muy posible que todos hayan estado de acuerdo rápidamente en algunos de los ejemplos y en otros no. Esto es esperable porque por distintas razones que tienen que ver con nuestra forma de ser, con nuestra historia personal y familiar y hasta con el hecho de ser varón o mujer, podemos darle distinta importancia a un mismo problema. ¡Es muy importante recordar que quizás

lo que para mí es un problema pequeño para mi amigo es más importante!

 

Del libro: NO QUIERO PELEAR

Autora: María Cecilia Sosa Cabrios

Editorial Proyecto Cepa

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